martes, 6 de enero de 2015

INGENIEROS LEGIONARIOS. III


Roma aprendió el arte de la poliorcética en sus guerras con Cartago. Antes había luchado en la Península Itálica contra naciones aguerridas, como los samnitas, y había asediado ciudades fortificadas, pero sus experiencias en asalto a fortalezas no eran de gran importancia. Fue al entrar en contacto con los ingenieros militares de la Magna Grecia cuando los romanos entendieron que el asedio y asalto a una fortaleza o ciudad amurallada era un arte de complejidad asombrosa.
Los cartagineses habían heredado una tradición milenaria de técnicas de asedio y asalto; pero, además, tenían entre sus ingenieros y arquitectos militares a griegos de Sicilia, Asia, Egipto y Cirenaica. Los romanos aprendieron de todos ellos en  las guerras contra Cartago y después ampliaron sus conocimientos de poliorcética durante la conquista del Mediterráneo Oriental. A comienzos del Siglo I a. C. los ingenieros militares romanos dominaban unas técnicas muy complejas y eficaces; el asedio y asalto de fortalezas era un arte y una ciencia.
Sin embargo, no todo fueron luces, también hubo sombras. La guerra de Numancia fue larguísima y dura, y a punto estuvo en acabar en derrota. Desde 140  hasta 134 a. C. los numantinos derrotaron a los romanos una vez tras otra; desesperado, el pueblo romano eligió en este último año cónsul in absentia a Publio Cornelio Escipión Emiliano, el que puso cerco y destruyó a Cartago. Para vencer a los numantinos reclutó un ejército de más de 60.000 soldados, la mitad de ellos auxiliares procedentes de Hispania, otros muchos de Numidia y el Mediterráneo Oriental. Entre abril del 134 a. C. y julio del 133 a. C. Escipión Emiliano estableció un férreo cerco en torno a Numancia, cuyos habitantes murieron en su mayoría por hambre. Según se dice, Escipión Emiliano no hizo otra cosa que seguir los consejos de su padre, Lucio Emilio Paulo, a quien le había oído decir lo siguiente:
"Un buen general nunca lucha en orden cerrado si no es por imperiosa necesidad o en ocasión muy propicia."  

                       Ruinas de Numancia, Soria.

Sea esto último cierto o no, lo que sí podemos asegurar es que Cayo Julio César entendió a la perfección el significado de esta máxima, pues jamás presentaba batalla campal si el pronóstico era dudoso o suponía una gran cantidad de bajas. De lo que ocurrió en Numancia es posible que tuviese información de primera mano gracias a Cayo Mario, su tío político. Cayo Mario participó en el cerco de Numancia y se destacó entre otros por su valor y su eficiencia; allí trabajó en la construcción de las fortificaciones con las que Escipión Emiliano rodeó la ciudad celtíbera. Es bastante posible que fuese en aquel asedio donde Mario asimiló el valor de los trabajos de ingeniería y la eficacia de la utilización del soldado como obrero especializado. Mario murió siendo César aún un adolescente, pero es posible que alguna de esta información llegara al muchacho, que desde niño destacó por su precocidad e inteligencia.
Numancia fue una escuela de poliorcética para el ejército romano y Escipión Emiliano no estaba solo para llevar a cabo aquella obra, entre sus soldados y colaboradores había muchos griegos de la Grecia Continental, Asia, Siria, Sicilia y Massalia, muchos de ellos artistas, artesanos, arquitectos e ingenieros de todo tipo.
Julio César era un convencido partidario de estas teorías militares cuando en el año 58 a. C. llegó a la Galia Transalpina con el objetivo de detener la migración de los helvecios. En los años siguientes realizó una serie de campañas que le convertirían en dueño de Las Galias. Pero en el año 52 a. C. hubo de enfrentarse a una rebelión que estuvo a punto de triunfar y de costarle la propia vida. De manera silenciosa y oculta las naciones de Galia se aliaron entre sí y se intercambiaron juramentos. Fueron los druidas quienes urdieron esta confabulación, que pronto comenzó a girar en torno a un líder joven e inteligente, Vercingetórix, príncipe arverno.

 
                 Moneda acuñada por Vercingetórix con su propia imagen.

Era el invierno del 53-52 a. C. y César se encontraba en la Galia Cisalpina con la intención de estar al tanto de lo que ocurría en Roma; fue entonces cuando estalló la rebelión entre la nación de los carnutes, que mataron a todos los romanos que vivían en Cenabo (Orleans). Poco después Vercingetórix reunió un imponente ejército compuesto por guerreros de todas las naciones del centro y Sur de Galia.
Al comienzo, la estrategia de Vercingetórix consistió en atacar a los aliados de César para obligarles a cambiar de bando, principalmente a los eduos y sus clientes. Sin embargo, César desbarató este plan cuando audazmente cruzó el macizo de Cevennes, acompañado de su caballería germana, y tras saquear los campos de los arvernos, obligó a Vercingetórix a regresar a su tierra para socorrer a su gente. Sin embargo, el ataque al país de los arvernos no fue nada más que una estratagema de César, pues inmediatamente, con la excusa de regresar a la Galia Transalpina para reclutar más soldados, se dirigió hacia el Norte, a través del valle del Ródano, acompañado por un reducido destacamento de caballería germana, y en pocos días se reunió con sus diez legiones en Agendico (cerca de la actual Sens), donde guardaba la mayor parte de las provisiones para el invierno.
Enterado Vercingetórix del engaño, retornó a su antiguo plan y se dirigió contra los boyos que se habían establecido en tierras de los eduos tras la guerra con Ariovisto. (https://sites.google.com/site/temasdelahistoria/caravana-hacia-el-sur)
Los boyos, clientes de los eduos, eran pocos y Vercingetórix planeaba obligarles a pasarse a su bando. La reacción de César fue inmediata; tras dejar dos legiones de guardia en Agendico, se dirigió a toda prisa con las ocho restantes a Vellaunoduno, poblado de los senones, que se rindió tras un corto asedio. Después, en solo dos días, llegó a Cenabo, ciudad comercial de los carnutes donde había comenzado la rebelión. Sorprendidos sus habitantes, intentaron huir al abrigo de la noche, pero fueron muertos o capturados en su totalidad. Acto seguido, César cruzó el Loira y se dirigió contra los bituriges, ante lo cual, Vercingetórix abandonó su campaña contra los boyos y corrió a interceptar a César. Lo encontraron sitiando Novioduno (Neung-sur-Beuvron), fortaleza de los bituriges. Los defensores ya habían aceptado la rendición, pero al ver como se acercaba el ejército de Vercingetórix dieron marcha atrás y continuaron combatiendo. No obstante, todo fue inútil, porque tras un encuentro entre las dos caballerías, en el cual llevaron las de perder los galos, los de Novioduno decidieron que lo mejor era rendirse, y así lo hicieron.
Vercingetórix entendió en este momento que vencer a los romanos en campo abierto iba a ser muy difícil; por esta causa ordenó que todos los poblados y granjas de los alrededores fuesen incendiados con las provisiones que contenían; así pensaba derrotar a los romanos matándolos de hambre; si éstos, impulsados por la necesidad, salían a los campos en busca de alimento, no lo encontrarían y serían fácil presa de emboscadas y asaltos.
Fue entonces cuando los bituriges suplicaron a Vercingetórix que no quemase la fortaleza de Avarico (Bourges), argumentando que era prácticamente inexpugnable por estar casi toda rodeada de ríos y lagunas, y poseer unas murallas tan altas y fuertes que César sucumbiría al hambre antes de siquiera aproximarse a ellas. Vercingetórix les concedió lo que pedían y Avarico se convirtió en el único almacén de alimentos en muchos kilómetros a la redonda.

    Movimientos de César en el invierno del 53-52 a. C.


Todavía era invierno cuando César llegó ante Avarico. La ciudad estaba casi enteramente rodeada por los ríos Yévre y Auron y la zona pantanosa que ambos formaban; solo por un lado muy angosto se podía acceder a ella y, aún así, la pendiente hacía difícil la subida. César lo describe así en su Comentario VII:

dicen ser fácil la defensa por naturaleza delsitio, estando, como está, cercada casi por todos lados del río y deuna laguna, con sólo una entrada y esa muy angosta.” 
Por su parte Vercingetórix, que iba siguiendo a César desde una prudente distancia, acampó en un lugar cubierto de lagunas y bosques a quince millas de Avarico. Desde allí podía auxiliar cómodamente a los de la ciudad e impedía a los romanos salir en busca de alimentos, pues a la menor ocasión enviaba a la caballería a asaltar a los que forrajeaban por los alrededores; así esperaba vencer a los legionarios por el hambre y la falta de todo lo necesario.
A pesar de estas grandes dificultades César comenzó a construir una rampa de asedio en la zona en la que Avarico no estaba ceñida por los ríos, según cuenta en sus Comentarios:

“César, asentado sus reales enfrente de aquella parte de laplaza que, por no estar cogida del río y de la laguna, tenía, según seha dicho, una subida estrecha, empezó a formar el terraplén, armarlas baterías y levantar dos bastidas, porque la situación impedía elacordonarla.”

En efecto, el problema que se presentaba ante césar era que no podía circunvalar la ciudad, como un siglo antes hizo Escipión Emiliano con Numancia. La solución tecnológica era, pues, tomar la muralla al asalto, y para ello era necesario batir el muro con los arietes. No obstante, aquel no era un muro cualquiera, se trataba de un murus gállicus, cuya técnica de construcción también se describe en el Comentario VII:

“La estructura de todas las de la Galia viene a ser ésta:Tiéndense en el suelo vigas de una pieza derechas y pareadas,distantes entre sí dos pies, y se enlazan por dentro con otras altravés, llenos de fagina los huecos; la fachada es de gruesas piedrasencajonadas. Colocado esto y hecho de todo un cuerpo, se levantaotro en la misma forma y distancia paralela, de modo que nunca setoquen las vigas, antes queden separadas por trechos iguales con lainterposición de las piedras bien ajustadas. Así prosigue la fábricahasta que tenga el muro competente altura. Éste por una parte no esdesagradable a la vista, por la variedad con que alternan vigas ypiedras, unas y otras en línea recta paralela sin perder el nivel; porotra parte es de muchísimo provecho para la defensa de las plazas,por cuanto las piedras resisten al fuego, y la madera defiende de lasbaterías, que como está por dentro asegurada con las vigas de unapieza por la mayor parte de cuarenta pies, ni se puede romper nidesunir.”

                         Murus gállicus.

                             Perfil del murus gállicus
 Siendo aquel muro tan difícil de batir, la alternativa era minarlo; pero tanto para lo uno como para lo otro era necesario acercarse a él. Por esta última razón era indispensable construir una rampa, gracias a la cual trabajadores y máquinas pudiesen aproximarse lo suficiente a la muralla. Se han dicho muchas cosas sobre esta rampa, pero veo necesario analizar el asunto desde la perspectiva más lógica. Se suele afirmar que más que una rampa era una especie de terraplén, como puede leerse en los Comentarios, pues según se dice, comenzó a construirse desde una colina cercana de altura superior a la base de la muralla. César en su Comentario VII no hace referencia a nada de esto último. Si efectivamente había una vaguada frente a aquella zona de la muralla, debía ser muy ancha, porque, de lo contrario, no se correspondería con lo que afirmaban los propios bituriges sobre Avarico, que se trataba de una fortaleza inexpugnable. Lo que sí es cierto, porque lo menciona César, es que en aquel tramo del muro había una puerta, y por tanto, el acceso a carros y animales de carga debía ser fácil.

Es posible que César simplemente nivelase el terreno, ensanchando el camino de acceso a la puerta; la rampa, por tanto, partiría de cierta altura y tendría una escasísima pendiente, cosa muy favorable a la hora de empujar hacia adelante las dos torres que montó en ambos lados.
La madera era un material abundante en los alrededores, y con ella debió construirse una especie de armazón que luego sería rellenado con tierra y broza. Los trabajadores se protegían tras unas estructuras de madera, tejido y cuero, que eran desplazadas, avanzando progresivamente, según la rampa se iba acercando al muro. Además, los romanos colocaron máquinas de artillería que disparaban continuamente contra el adarve de la muralla de Avarico, impidiendo así que desde allí los galos lanzasen piedras dardos o jabalinas sobre los trabajadores. César fue siempre prudente y tuvo el progreso de los trabajos de asedio entre sus prioridades; por esta razón tenía constantemente dos legiones armadas en alerta, mientras otras dos trabajaban turnandose. Teniendo en cuenta de que disponía de ocho legiones, los turnos de trabajo eran de ocho horas y el turno de vigilancia rotaba.
Los legionarios también construían galerías de madera protegidas con pieles para acercarse al muro y minarlo; por su parte, los galos hacían contraminas y arrojaban proyectiles de todo tipo sobre los zapadores. Los defensores de Avarico mostraron una gran habilidad para estorbar los trabajos de asedio; arrojaban a menudo grasa sobre las estructuras de madera con el objetivo de prenderles fuego. Sin embargo, los artilleros romanos no les dejaban asomarse a la muralla; desde muy lejos lanzaban grandes piedras con unos potentes artefactos denominados onagros y desde más cerca, lanzaban piedras más pequeñas con las balistas.


La máquina de artillería que poseía una mayor precisión era el escorpión, que lanzaba gruesos dardos con enorme fuerza; los artilleros eran tan diestros con este artefacto que atravesaban a cualquier defensor que no estuviese a cubierto.



Estos escorpiones apuntaban desde las dos torres de madera día y noche, de manera que los defensores no podían permanecer en el adarve de la muralla sin exponerse a ser acribillados. Para evitar esto último, construyeron sobre el adarve una estructura cubierta que les protegía de cualquier tipo de proyectil; sin embargo, esta protección entorpecía la capacidad de combate de los defensores.
Sea como fuere, a los veinticinco días de trabajo el terraplén estaba prácticamente terminado. Se suele afirmar que todo él era de madera; yo dudo de que esto fuera así. Tenía una anchura de 100 m, por tanto, no era pequeño; si solo se hubiera utilizado madera en su construcción habrían hecho falta miles de árboles. Teniendo en cuenta que la caballería de Vercingetórix rondaba el lugar con el objetivo de atacar a todo el que saliese a buscar alimentos u otros materiales, parece difícil que se pudiesen talar tantos árboles. Mi opinión es que la estructura del terraplén y la parte más alta sí que fueron construidos con madera. En los laterales del terraplén se dispusieron dos carriles de madera para empujar sobre ellos dos torres de varios pisos; en su interior iban instalados sendos arietes.

                 Terraplén y torre con ariete junto a las murallas de Avarico.


Entre torre y torre construyeron un baluarte de 100 m de longitud y 25 m de altura. Estaba construido con madera y en su parte superior se alineaban unos manteletes cubiertos con pieles para proteger a los legionarios de los proyectiles de los defensores; éstos últimos construyeron también torres en el adarve de la muralla de Avarico para defenderse de las máquinas de asedio.
En la siguiente imagen podemos ver una maqueta que se aproxima a lo que debieron ser aquellas obras:



Los sitiados, que habían comprobado que los intentos de Vercingetórix de obligar a César a levantar el asedio habían fracasado, que los romanos habían soportado el hambre y la necesidad y que las torres estaban ya junto a la muralla, hicieron un intento desesperado de destruir toda la obra. Poco antes de medianoche comenzó a arder el terraplén, hasta el cual habían llegado los galos a través de una mina. Al mismo tiempo, los defensores hicieron una salida en tropel por ambas bandas, provistos de material combustible que arrojaban sobre el bastión y las torres. El intento de los defensores de Avarico fracasó por las razones que expone César en su Comentario VII:

“Con todo eso por la providencia de César, que tenía siempre doslegiones alerta delante del campo, y otras dos por su turnoempleadas en los trabajos, se logró que al instante unos se opusiesena las salidas, otros retirasen las torres y cortasen el fuego delterraplén, y todos los del campo acudiesen a tiempo de apagar elincendio.” 

En aquella ocasión la artillería de César cumplió su función de manera mortalmente eficaz; los escorpiones dispararon venablos sin pausa, atravesando a todo aquel que se atreviese a avivar el fuego arrojando sebo y pez. Después de haber muerto muchos, los galos se resignaron y cesaron en su intento.
Hay que decir que Vercingetórix no hizo demasiado por los defensores de Avarico excepto acosar a los romanos cuando vivaqueaban e introducir en la ciudad 10.000 guerreros para reforzar la defensa. En una ocasión, cuando el hambre acuciaba más a los romanos hizo un intento de aumentar más la presión aproximando su campamento a las fortificaciones de César, pero al carecer de convicción todo quedó en un simple amago; era evidente que no deseaba llegar a un enfrentamiento abierto con los romanos; más aún, cuando se convenció de que el asalto no se podía impedir y era inminente, dio la orden a los guerreros de evacuar con sigilo la fortaleza, pero esto también fracasó, porque las mujeres, viéndose abandonadas, subieron al adarve e hicieron señas a los romanos; con ello, los guerreros, temiendo a la caballería de César, permanecieron dentro de Avarico.
Al día siguiente, el número veintisiete del asedio, amaneció lloviznando y César vio la oportunidad de llevar a cabo el asalto, pues los centinelas, para guarecerse, habían abandonado el adarve. Recibida la orden de asaltar la muralla de manera silenciosa, los legionarios subieron por el bastión y las torres, y en pocos instantes tomaron todo aquel lado de la muralla.
Que Avarico no era nada más que un recinto amurallado donde los bituriges guardaban sus provisiones lo demuestra el hecho de que los defensores se reunieron como pudieron en la plaza y algunos otros sitios abiertos. Avarico carecía de un fortín o bastión en su interior, solo poseía como defensa el murus gallicus.
La matanza que siguió fue brutal y César no hizo nada por impedirlo; verdaderamente, tampoco hubiera podido hacer mucho; los legionarios estaban furiosos por el hambre y el largo asedio, y descargaron su ira sobre los habitantes de Avarico. Los mataron a casi todos, hombres, mujeres y niños. Ya he dicho anteriormente que Julio César sería considerado hoy día un criminal de guerra y un genocida; el problema es que en su tiempo prácticamente todos los jefes militares se comportaban de la misma forma.
César en Avarico dio una lección magistral de poliorcética y estrategia. Venció porque no cometió errores, cuando cogía una presa no la soltaba. ¿Era éste el carácter natural de César o simplemente se trataba de un hombre minucioso que aprendía bien las lecciones? Sin duda el ejemplo de Numancia debió de pesar mucho en sus decisiones. Los Escipiones habían creado en su época un estilo, una escuela militar que César debió conocer perfectamente; él era un hombre que sacaba provecho a sus conocimientos y durante su juventud se relacionó estrechamente con los dos militares más importantes de la época, Mario y Sila. Con este bagage hizo en el 52 a. C. una campaña de asedios que pasó a la Historia como un auténtico manual para aprendices.
Vercingetórix fue un hombre inteligente pero dubitativo; cambiaba de estrategia con facilidad y cometió varios errores en la guerra del 52. Estos cambios podrían en parte deberse a la naturaleza del ejército que le seguía; se trataba de una coalición multinacional en la que había intereses contrapuestos a menudo. Además, lo mejor de su ejército era la caballería formada por aristócratas que entendían la guerra como un medio de obtener prestigio, no como un asunto de “Estado”. La infantería estaba compuesta en su mayor parte por campesinos que a menudo estaban armados a la ligera. En ninguno de los dos casos se trataba de soldados profesionales. César, por el contrario, contaba con la mejor infantería de su tiempo, aunque las ocho legiones de Avarico estuviesen incompletas, unos 40.000 soldados en total contando la caballería, en la que destacaban los 400 jinetes germanos, ubios probablemente. Avarico estaba defendida por unos 5.000 guerreros, a los que se sumaron otros 10.000 que introdujo Vercingetórix cuando se resignó a no presentar batalla; en su campamento debieron quedar unos 60.000.
Es inútil argumentar sobre lo que no ocurrió, pero si Vercingetórix hubiese pasado a la ofensiva probablemente César se hubiera visto obligado a levantar el asedio. En el fondo temía sufrir algún revés, aunque fuese pequeño, pues aquello podría haber significado la pérdida de la fidelidad de los otros líderes de la coalición gala. Su ejército, por otra parte, era muy diferente al de César; aquellos aristócratas galos no entendían que la guerra se pusiese hacer con azada y pala. Y esto último se hace evidente cuando tras la derrota de Avarico, Vercingetórix pidió a los jefes militares que no se negasen a fortificar el campamento, a lo cual accedieron por primera vez en la Historia de los galos, según lo narra César en su Comentario VII:

“Ésta fue la primera vez que los galos barrearon el ejército, y quedaron tan consternados, que siendo como son enemigos del trabajo, estaban determinados a sufrir cuanto se les ordenase.”

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