jueves, 5 de diciembre de 2013

EL MITO


Continuando con las reflexiones de la entrada anterior, es un hecho que el mito se creó como memoria donde se contenían conocimientos y creencias que eran imposibles de recordar pues aún no se conocía un sistema de escritura gracias al cual quedasen registrados. Es por esta razón que en sus comienzos el mito está muy vinculado a la música y la dramatización; el ritmo y los gestos ayudan a recordar historias e ideas. Pero el mito no murió con la aparición de la escritura, sino que continuó cumpliendo su labor entre las grandes masas de manera paralela a los textos escritos. Es más, no faltamos a la verdad si decimos que la inmensa mayoría de las ideas, creencias y recuerdos de la mayor parte de la población proceden del mito y no de los textos escritos.
Pongamos un ejemplo: si preguntamos a cualquier andaluz por Medina Azahara, nos responderá que se trata de un palacio enorme y nos lo pintará semejante a los de las Mil y Una Noches, con maravillosas fuentes y repleto de oro y piedras preciosas. Cuando le preguntemos por quiénes vivían allí nos dirá que el Califa, un hombre muy culto y refinado, respetuoso y liberal en sus formas y opiniones; rodeado de sabios y bellísimas mujeres de ojos expresivos. Según este hipotético andaluz al que hemos preguntado, la riqueza y la felicidad serían comunes en aquel palacio, porque todos eran muy cultos y muy educados. Puro mito, como puede comprobarse fácilmente.
Por otra parte, si preguntamos a un asturiano por el rey Pelayo, lo más probable es que nos conteste que fue un hombre increiblemente valiente, honrado, justo y poseedor de una fuerza poco habitual; y que por estas razones y porque recibía auxilio divino, venció en cuantas batallas estuvo, aunque los enemigos le doblasen en número. Auténtico mito, como puede sospecharse.

Como hemos dicho el mito simplifica hasta el extremo, aunque el resultado sea de una ingenuidad enternecedora; y eso ocurre porque es más fácil entender y luego recordar lo que no es complejo, lo que no da espacio para la discusión.

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